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Los robots y la inteligencia artificial, son una realidad en nuestros días. Forman parte de la inercia propia del avance tecnológico de nuestra civilización. Su participación en nuestras vidas es cada vez más acelerada y más cercana. En unas décadas podrían dejar de ser una herramienta para el humano y convertirse en “otra especie” que conviva codo a codo con nosotros.

El interés de grandes corporaciones de ser cada vez más productivas a un menor costo, ha impulsado el desarrollo de mecanismos de automatización y la creación de algoritmos inteligentes para sus procesos. Esto ha ocasionado que muchos puestos de trabajo sean remplazados por máquinas, ya es una realidad.

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Y aunque los defensores de la “automatización industrial”, argumentan que esto genera empleos para la industria de la robótica, lo cierto es que sólo genera empleos para perfiles altamente cualificados mientas que desplaza y desaparece los de bajo perfil.

Sin embargo, se estima que el desarrollo de robots y algoritmos cada vez más avanzados, podrían desarrollar una nueva generación de máquinas autosuficientes capaces de “crearse o reproducirse” a sí mismos, al fin y al cabo crearlos no deja de ser un proceso de fabricación.

A la fecha existe un número extenso de puestos de trabajos que han quedado en el olvido y otro tanto que se ve amenazado por esta situación.

Ha este ritmo, los robots y la inteligencia artificial pasarán de ocupar los puestos de trabajo a remplazar por completo al ser humano, como ejemplo existen muñecas sexuales con IA, lo que indica que literalmente parecería que la intención es reemplazarnos por completo; como en las recién llamadas “fábricas inteligentes o fábricas de luces apagadas” donde los robots y sistemas autónomos producen y fabrican en la obscuridad, siendo de esta forma cada vez más autónomas, más económicas y más eficientes.

Pero no todo es malo con la creación de robots cada vez más capaces. En realidad, el problema no son los robots ni la inteligencia artificial, sino más bien el uso que se les da.  Hay que recordar que no dejan de ser una herramienta creada por los humanos; y como toda herramienta puede ser bien o mal usada.

Esto ha originado una nueva perspectiva ante tal situación, actualmente se está poniendo énfasis en los robots colaborativos, o cobots, que trabajan mano a mano con trabajadores humanos hacia un objetivo común.

Algunos cobots son solo brazos mecánicos que pueden usarse para tareas como soldadura, moldeo de placas de circuitos o conexión de componentes electrónicos; otras son máquinas más grandes que pueden levantar objetos pesados ​​o incluso cocinar alimentos.

Un estudio reciente realizado por MIT mostró que un robot que trabaja con un humano en una fábrica es más eficiente que solo un robot singular o un humano singular que trabaja solo. En este alentador estudio, también se encontró que esta condición “simbiótica” redujo la improductividad en un 85 por ciento.

Las fábricas inteligentes se inclinan hacia el uso de cobots para salvar a los humanos de la necesidad de realizar tareas peligrosas, pero también impiden que los robots reemplacen por completo a la fuerza laboral humana. Mientras aún se encuentran en las primeras etapas de adopción, se espera que los cobots creen oportunidades disruptivas en el sector manufacturero.

En mi opinión, quizás más ficticia, otra manera de convivir con los robots sería que cada ser humano tenga su propio “robot avatar” que lo sustituya para realizar las actividades que no le sean tan gratas, y cobrar por ello según sea su producción.

El problema con ello, sería ¿qué empresa quisiera pagar un sueldo a un robot avatar, si dicha empresa los puede comprar y tener a su disposición? Aquí tendría que haber una legislación al respecto para poder tener un equilibrio en ese sentido. Creo que tendría que ser así, debido a que es necesario incluso para las mismas empresas. ¿De qué serviría tener una empresa 100% eficiente, si no tiene clientes a quien venderles, ya que no habría humanos con la capacidad de poder comprar sino tienen empleos?

Pienso que, como todo cambio abrumador, traerá momentos amargos durante el proceso de adaptación y aceptación; pero la misma situación empujará al ser humano a convertirse en un ser cada vez más autosuficiente y más creativo. Tendrá quizás demasiado tiempo para pensar y eso podría ser muy bien aprovechado para la humanidad, pero siempre y cuando tenga cubiertas sus necesidades básicas esa es la clave.

Como civilización debemos mantener el control de estas nuevas herramientas, no permitir que su “autonomía” sobre pase nuestra supremacía como seres vivos.

Así que a todas luces se avecina algo que no podemos evadir, pero que sí podemos tratar de lidiar con ello, dependerá de nosotros de cómo queremos afrontarlo.

Por lo demás, a mí me gusta pensar en un mundo donde estas herramientas han surgido para el bien nuestro, sólo debemos encontrar el balance ideal para poder tener una convivencia con estos “seres no humanos”.

Cuéntanos, ¿Te gustaría tener tu propio robot avatar y disponer del tiempo para hacer lo que desees?  Sería genial. ¿O tu qué piensas?

Homero Simpson y Bender
Homero Simpson y Bender

Me despido haciendo honor a uno de los grandes avances tecnológicos de nuestros tiempos, el blockchain, recordándoles que:

“La esencia del Bitcoin, es darles soberanía y libertad a los individuos sobre su dinero para el control de sus riquezas”.

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